"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros" (Mateo 5, 11-12)
Cuando se iniciaron las persecuciones de cristianos en Palestina, Anatolia y Grecia, fueron soldados de la Férrea y de la Equix los encargados de perseguir a los subversivos, cuando ellos mismos ya se habían convertido al cristianismo al interior de sus hogares, permaneciendo fieles al Caésar públicamente. Muchos pidieron su destaque a zonas del imperio donde no había cristianismo como Hispania, Mauritania, Gallia e Italia. Sin embargo los cargos más importantes seguían permaneciendo en poder de la gens IVLII, por otras razones: la gens IVLII no tenía grandes posesiones en Italia, Hispania o Gallia, sino más bien sus propiedades, tierras y riquezas se encontraban posesionadas en Cilicia, Liria, Judea y Siria. Por esta razón la gens IVLII permaneció en Asia Menor hasta el siglo III de la era del señor Jesucristo.