miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Pensamiento Latinoamericano

UN LUGAR EXPECTANTE PARA AMÉRICA LATINA
EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

POR JULIO F. HERRERA LAMAS
Bachiller en Antropología de la UNMSM

El pensamiento latinoamericano es una corriente constante y latente en todas las generaciones de intelectuales latinoamericanos. Definitivamente existen formas de pensar, corrientes de pensamiento e ideologías nacionalistas que obedecen a tradiciones o nacionalismos correspondientes a cualquiera de las muchas identidades que encierran cada uno de los estados nación latinoamericanos fundados entre los siglos XIX y XX.
El pensamiento latinoamericano se caracteriza por ser la ideología que tiene como máximo ideal la integración latinoamericana y se encuentra presente en todas las generaciones de pensadores e intelectuales latinoamericanos con mayor  o menor importancia según el contexto social histórico dominante.
Durante el proceso de la independencia de la América hispana, el pensamiento latinoamericano logra adquirir una máxima importancia. Las ideas de integración y de soberanía con respecto a una metrópoli están presentes en América desde el primer momento del período de la conquista. Las guerras civiles entre los españoles en la América del siglo XVI fueron producto de dos visiones de América: una integracionista y soberana de la metrópoli; y la otra, una provincialista y dependiente de la metrópoli. La visión de los Virreyes se impuso en toda la América hispana fraccionando en múltiples virreinatos y capitanías a los dos originales proyectos: los Gobiernos de México y  el Perú.
Tras la victoria de los países anglosajones después de la II Guerra Mundial, los países latinoamericanos entraron en un largo conflicto político que dividió estas sociedades ocasionando guerrillas, movimientos terroristas y golpes de estado sin haberse producido en algún momento lo que se denomina “guerra civil”, aunque por momentos la escalada de la violencia política en algunos países llegó a ser interpretada o discutida como un estado de guerra civil permanente, o bajo cierto constante peligro a que esta guerra se desate, etcétera; como en[1] Cuba, Colombia, Uruguay, Argentina, Chile, Nicaragua, Perú, y México.   Tras la II Guerra Mundial, Latinoamérica se vio políticamente atrapada entre Occidente y el bloque comunista, incapaz de elaborar herramientas ideológicas soberanas.
Es en este instante histórico en el que se empieza a gestar nuevamente un pensamiento latinoamericano integracionista que hiciera frente a sistema de dominación mundial al cual había sido sometida América Latina tras la II Guerra Mundial. La Unión Soviética, Europa Occidental, Israel, EE.UU. y China se habían repartido el mundo sin dar un lugar expectante  a América Latina, que por el contrario había quedado políticamente muy relegada de los EE.UU. y Europa tras la primera mitad del siglo XX.
A inicios del siglo XIX, EE.UU. y América Latina eran aliados frente al Reino Unido y España, las diferencias entre ambas sociedades no eran demasiadas. EE.UU. pasa a ser aliado del Reino Unido y a diferenciarse ampliamente de América Latina en la segunda mitad del siglo XIX, con la segunda revolución industrial. Con la aparición de los inventos modernos de inicios del siglo XX, la radio, el cine, el teléfono, el automóvil, etc., la diferencia entre EE.UU. y América Latina se hizo mayor. Con la segunda revolución tecnológica, el uso de la energía atómica, América Latina  queda tan lejos de los EE.UU. y de Europa como un país africano en cuanto a un lugar con respecto al desarrollo y progreso de la humanidad. Sin embargo, es la tercera revolución tecnológica,  la cibertecnología, la que nuevamente vuelve a acercar las civilizaciones del mundo, no sólo a EE.UU. y América Latina, sino también a la India, China, Persia y Arabia, a distancias que se hacen ilusorias, difusas, donde las diferencias de mil, dos mil o cinco mil años de progreso  pueden ser sobrepasadas en pocos instantes gracias a la tecnología cibernética, la cual es automática y altamente veloz.
El pensamiento latinoamericano alcanza sus más altos ideales durante la independencia de España, con Bolívar, Sucre, San Martín; sin embargo, su base ideológica, social, antropológica y geopolítica tiene miles de años de historia  y se remonta a los imperios Inca y Azteca como los primeros ejemplos de unidad y de “nación latinoamericana”, pese a que no se puede afirmar que los imperios Inca y Azteca fueron latinoamericanos. Sin embargo, negar el carácter mestizo de la cultura latinoamericana, heredera tanto de los imperios de la antigua América como de la cultura latina clásica, sería negar la escencia misma de Latinoamérica.
En las primeras décadas del siglo XXI observamos que la integración latinoamericana se concreta más allá de los ideales en una verdadera integración comunicacional, energética,  cultural, política, económica por dos factores que son producto de la tercera revolución tecnológica y que estuvieron ausentes a fines de la II Guerra Mundial: la conciencia del ser latinoamericano como factor de bienestar y supervivencia,  y la conciencia de la presencia de las grandes potencias extranjeras en América Latina, como factor de preservación, seguridad y soberanía. 
Los procesos recientes de integración latinoamericana no son producto de la inspiración o de la improvisación, son el resultado de medio siglo de trabajo e iniciativas en búsqueda de la integración de nuestros países que se planteó en un contexto de plena guerra fría entre EE.UU. y la URSS como salida frente la a exclusión de América Latina del sistema de dominación mundial elaborado tras la II Guerra Mundial, en el cual descendió al nivel de territorio dominado para la explotación y la provisión de recursos naturales. Con la independencia de los países africanos que así se constituyen en ex colonias de países europeos entre los años 1950 y 1980, esta condición subordinación de los países latinoamericanos ante el mundo bipolar de la Guerra Fría (EE.UU. v.s. U.R.S.S.) tras la II Guerra Mundial se hizo aún más notoria.
Es en la década de los 60s que con iniciativas de integración como el Acuerdo de Cartagena o Pacto Andino, y posteriormente el Mercosur, el Celac y el Alba, la integración latinoamericana empieza a ser organizada de forma planificada. Sin embargo, a inicios del siglo XXI la integración es una realidad política  necesaria de supervivencia antes que la parte final de un plan largamente elaborado.

LIMA, Junio del 2014
BIBLIOGRAFÍA                                         
-René Ramírez y Rafael Burbano. Good bye pobretología, bienvenida ricatología.   
                                                                            
Pablo Stefanoni. ¿Y quién no querría ‘vivir bien’? Encrucijadas del proceso de cambio boliviano.                                                     

-Lucio Magri. El compromiso histórico como estrategia.     
                                                                            
- Jean Claude Bajeux. La refundación de una nación. 
                                                                            
-Raquel Sosa Elizaga. Pensar con cabeza propia. Educación y pensamiento crítico en América Latina.                                            
                                                                            
-Carlos Altamirano, Boaventura De Sousa Santos, Edelberto Torres Rivas y Carmen Miró. Interrogando al pensamiento crítico latinoamericano.
                                                                            
-Alex Callinicos. El imperialismo y la economía política mundial hoy.  
                                                                            





[1] Cuba fue el primer país latinoamericano en utilizar el comunismo como arma contra el imperialismo anglosajón en A.L. Tras la victoria de la revolución en Cuba, en casi todos los países de A.L. el comunismo pasó a ser utilizado como como un arma contra el imperialismo proveniente de los EE.UU. Políticamente derrotada, A.L. fue inútil para desarrollar instrumentos ideológicos con los que combatir la dominación imperialista occidental y la creciente influencia comunista oriental en sus sociedades. Tras Cuba, el siguiente país en entrar en guerra civil fue Colombia, en los 60s prosiguieron Bolivia y Perú. En los años 70s Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Nicaragua.   En los 80s Perú y en los 90s México. A inicios de la década del 2000, Venezuela, siguiendo un régimen en apariencia pro cubano, es el primer país que empieza a dar muestras de una nueva visión más soberana y menos dependiente de potencias extranjeras.